R. Dormía además al pecho de mi madre. Fue una obsesión. Y el médico le dijo a mi madre: 'Quita al niño de ahí o te va a destrozar'. Los niños de cinco o seis años que jugábamos en la plazoleta iban a beber agua a la fuente y yo me iba a beber de las tetas. Yo creo que me vino muy bien para fortalecer los huesos.
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