miércoles, 13 de octubre de 2010

Los mejores malos del Cine II: El científico loco



No se peina, no tiene amigos (acaso un sirviente deforme), va en bata blanca a las bodas y su risa gingival y enloquecida anuncia el climax de una escena que se puede acompañar de algún efecto especial, a poder ser un rayo.

Hablamos del científico loco, refiriéndonos con "científico" a cualquiera que haya estudiado física más allá del instituto, es decir alguien que juega con la ciencia más allá de los límites del entendimiento de los de letras.

Uno de los emblemáticos y de mis favoritos por arquetípico es el de "Metrópolis" de Fritz Lang, el muy malvado crea una mujer robot, conocida como Futura y símbolo del Festival de Cine de Sitges, para sustituir a una mujer que amenaza con sublevar a las huestes obreras del subsuelo. Y es que el científico malvado en el cine es más de derechas pero es una cuestión meramente pragmática ya que hay más inversores interesados en la I+D. El científico loco es en el fondo un soñador que sólo quiere hacer sus experimentos, con humanos tal vez, pero por un bien mayor que no compartimos ahora culpa de nuestra mentalidad pequeño-burguesa.


Esta inclinación al fascismo que tan bien queda en pantalla o para pillar asiento en los fondos de la porterías del Santiago Bernabeú, se debe a la acogida que recibieron los científicos Nazis en diversos países tras la II Guerra Mundial. En "Los niños de Brasil" Gregory Peck interpretaba al mismísimo médico de Auschwitz, Josef Mengele buscando el próximo Reich por cuenta propia. Peter Sellers en Dr Stranglove (Teléfono rojo volamos hacia Moscú?) tocaba cumbre en el subgénero de los científicos locos-Nazis con su Strangelove e incorporaba otra necesario accesorio en homenaje al Dr de Metrópolis, una mutilación en la mano sustituida por una mano metálica.

Esto de las mutilaciones están muy bien porque le dan una motivación al personaje, "como perdí mi X (mano, pelo, mujer e hijos, mascota...) investigando vayaustedasaberqué, ahora me vuelvo loco me pongo científico-integrista y vuelvo en contra de la humanidad mi creación para que sufran como yo".

En definitiva, uno de los malos más entrañables, porque en el fondo sus planes maestros nunca salen bien, porque recuerda a ese empollón del colegio del que nunca más se supo, porque se le mata sin pena y porque en caso de necesitarle para una segunda parte, siempre se puede confiar en su genio loco para que haya dejado un buen clon o una secta de seguidores.


Desde aquí, siempre la guardamos cariño y le agradecemos su deforme genialidad y le deseamos una jubilación agradecida como empleado de algún multimillonario con un misil que apunte a Nueva York, pero eso son otros malos y ya hablaremos de ellos...si nos apetece.

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